miércoles, mayo 25, 2005

A mis hermanos homosexuales

A mis hermanos homosexuales

Presentación

Las personas homosexuales, no cabe duda, han sufrido innumerables vejaciones y malos tratos a lo largo de la historia. Frecuentemente, han sido mal vistas y degradadas, despojadas de su dignidad personal. Todavía tenemos presente, en la memoria, cómo Hitler llevó a los campos de exterminio nazi a muchas personas homosexuales, donde fueron cruelmente masacradas. En fin, siempre sería una labor inacabada hacernos justos portavoces de tanto dolor y sufrimiento, de tan crueles y despectivos tratos como los homosexuales han padecido a lo largo de los tiempos.

Afortunadamente, desde que en los tiempos modernos se han reconocido los derechos humanos y se afirma universalmente el valor sagrado de la persona humana, de su dignidad inviolable, del respeto y tutela que merece la misma… ¡las cosas han cambiado! Indudablemente, a mejor. Todos nos congratulamos, profundamente, de que sea así. Y que esta expansión de humanidad, de trato digno y respetuoso, esté llegando a las personas homosexuales. No obstante, si mucho se ha mejorado, ¡mucho queda todavía por hacer!... Tanto en la sociedad, como en la Iglesia.

Como hombre creyente, y sacerdote de la Iglesia católica, a lo largo de estas páginas, he querido hacerme sensible al dolor de las personas homosexuales. Pero antes he tratado de afirmar su dignidad personal, sus derechos. Los homosexuales son personas iguales a las demás. Merecen respeto y que se les haga justicia. Me llena de alegría constatar cómo, cada día que pasa, todos estos valores se les reconoce con amplitud, de modo franco y sincero. Y cómo ellos quieren vivir con dignidad, y desarrollar sus vidas en paz, contribuyendo lealmente a la mejora de la sociedad. También me alegra cómo la Iglesia, madre solícita de todos los creyentes, y atenta siempre al bien de los hombres, se muestra más y más sensible para con las personas homosexuales, más cercana a sus inquietudes y aspiraciones. Ella los acoge con el amor de Cristo, y desea contar con ellos para llevar a cabo su misión salvífica en el mundo y servir al bien de la entera humanidad.

Precisamente, desde esta óptica creyente y como miembro de la Iglesia, he querido dirigirme a través de estas páginas a las personas homosexuales, a todos ellos, sean cual fuere su sexo o condición social, su identidad política o religiosa, su edad o nivel cultural… Como a toda persona, los acojo con el corazón abierto de Jesucristo. Y me dirijo a todos ellos desde el amor del Salvador de los hombres, de Aquel que ¡quiso entregarse a la muerte, para que nosotros viviéramos y fuéramos felices!, ¡en este mundo y en el otro!...

Así, con la humilde –seguramente, inalcanzable- pretensión de hacerme próximo a los sentimientos de Jesucristo he querido acercarme a los homosexuales, para comprenderles y tenderles la mano. La mano comprensiva de un sacerdote; la mano de la Iglesia, que es madre de todos los hombres, pues a todos ama y a todos desea llevar al encuentro salvífico del Señor Jesús.

Se comprende, por tanto, que mis palabras –dirigidas afectuosamente, con respeto sumo e inviolable- a las personas homosexuales, se hayan escrito desde las enseñanzas de Cristo y de su Iglesia. Lo he hecho así porque es el mundo en el que vivo y creo. El mundo donde se haya la luz necesaria para esclarecer la vida de cada persona y el entero tejido social. La luz que nos lleva a la Luz, y que nos otorga la Vida verdadera, porque en ella está la Vida.

Quisiera, pues, que mis palabras fueran acogidas así, desde la comprensión y el respeto, desde la cercanía que da la fraternidad. ¡Pues todos somos hermanos en humanidad, y todos estamos llamados a alcanzar la misma meta!... Es verdad que aquí, en este mundo terreno donde se debate nuestra vida temporal, con frecuencia –más de lo debido, o de lo que debiera darse en principio…-, hay muchas cosas que nos separan y dividen, que nos enfrentan o contraponen en ocasiones… No obstante –lo digo con sinceridad-, considero, que somos hermanos y que podemos entendernos. ¡Y lo haremos desde el amor y la escucha recíproca, desde el diálogo, que exige atención, reflexión, acogida!...

Por todo esto, quisiera ofrecer al lector estas líneas escritas desde la fraternidad que a todos nos une por nuestra condición de personas humanas. Más profunda y enriquecida si compartiéramos la misma fe, y participáramos del mismo ideal y aspiraciones. Desde esta óptica, he tratado de iluminar algunos de los problemas sometidos a debate en la actualidad.

Teniendo, pues, presente todo esto, me sentiría profundamente dichoso y feliz si las palabras que siguen sirvieran para entablar un diálogo, un diálogo de amistad, sincero y cercano. Leyéndolas así, quizá, puedan dar pie a la reflexión, quizá puedan arrojar algo de luz, o suscitar un pensamiento bueno o un propósito… ¿Cuáles?... ¡Yo que sé!... Infinidad, acaso. ¡Los que estaríamos dispuestos a emprender contando con nuestra buena voluntad!...

ÍNDICE

I- LA HOMOSEXUALIDAD, REALIDAD HUMANA

La homosexualidad en expansión

La homosexualidad contradice la ley natural

La homosexualidad falsifica el amor humano

II- LA IGLESIA EN RELACIÓN A LAS PERSONAS HOMOSEXUALES

La práctica homosexual es pecado

Pecado de homosexualidad y tendencias homosexuales

La voz profética de la Iglesia

Amor y solicitud pastoral de la Iglesia para con las personas homosexuales

Atención pastoral a las personas homosexuales

Ascesis para vencer la inclinación homosexual

Vías de solución: redención de los homosexuales

Testimonio enriquecedor

III- AFRONTAR LA HOMOSEXUALIDAD CON ESPERANZA

Educar en la castidad

Esperanza para las personas homosexuales

Homosexualidad y futuro de la humanidad

Aviso a las nuevas generaciones

IV- LOS HOMOSEXUALES EN LA SOCIEDAD HUMANA

Los homosexuales deben ser tratados con dignidad

Medidas legislativas en favor de los homosexuales

Matrimonio de homosexuales en Europa

Adopción de niños por parejas homosexuales

Ante el proyecto legislativo impulsado por el Gobierno

Precio 9,90 euros

La familia, corazón de la nueva evangelización

Presentación

Es sabido que la familia está en crisis. En los últimos decenios se ha desvirtuado la vida de innumerables familias, perdiendo de vista la realización de su vocación y fines específicos, hasta el extremo de «poner entre comillas» la misma institución y su pervivencia, en una sociedad que -sin cesar- se transforma a ritmo vertiginoso.

La Iglesia es consciente de los problemas que afectan a la familia, de las dificultades que encuentra en la actualidad para realizar sus fines propios, y de los ataques frecuentes e intensísimos que sufre de parte de diversas instancias, caracterizadas por cierta virulencia hacia ella, así como por cierto espíritu secularizado y laicista.

Juan Pablo II, a lo largo del Pontificado, ha prestado gran atención pastoral al matrimonio y a la familia, consciente de que en estas instituciones es donde se juega el futuro del hombre, de la sociedad, y de la misma Iglesia. Un momento importante fue la publicación de la Exhortación postsinodal Familiaris consortio (22-11-1981), para exponer la doctrina inmutable de la Iglesia acerca del matrimonio y de la familia, y tratar de frenar la crisis y peligros que los amenazan.

De ahí su intento de esclarecer la verdad del matrimonio y de la familia: «La familia, en los tiempos modernos, ha sufrido quizá como ninguna otra institución, la acometida de las transformaciones amplias, profundas y rápidas de la sociedad y de la cultura. Muchas familias viven esta situación permaneciendo fieles a los valores que constituyen el fundamento de la institución familiar. Otras se sienten inciertas y desanimadas de cara a su cometido, e incluso en estado de duda o de ignorancia respecto al significado último y a la verdad de la vida conyugal y familiar. Otras, en fin, a causa de diferentes situaciones de injusticia se ven impedidas para realizar sus derechos fundamentales» (FC, 1a).

El Pontífice, en la Carta a las familias (2-2-1994), que les dirigió con ocasión de la celebración del «Año internacional de la familia», señaló el rumbo a seguir en orden a superar la actual crisis de la familia: caminando hacia el Padre, siguiendo las huellas de Jesucristo, a impulsos del Espíritu Santo. Así lo puso de manifiesto: «El Apóstol, doblando sus rodillas ante el Padre, lo invoca para que conceda... ser fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior (Ef 3,16). Esta fuerza del hombre interior es necesaria en la vida familiar, especialmente en los momentos críticos» (n. 7i).

En orden a servir al bien de la humanidad, la Iglesia desea proclamar la verdad del matrimonio y de la familia, como camino de realización plena, pues la gracia de Cristo ayuda a los esposos en la realización de su vocación y cura las heridas del pecado. La Iglesia quiere servir al bien de las familias. Y está dispuesto a hacerlo con valentía, frente a las fuerzas tan activas en nuestros días que pretenden destruirla (cf. FC, 3). Mejorar la vida de las familias es el camino para mejorar la vida del mundo. Más si tenemos en cuenta, como advirtió Juan Pablo II en su viaje a Río de Janeiro para celebrar la Jornada mundial de las familias (4-10-1997), que «la familia es patrimonio de la humanidad».

Hay que reconocer que el matrimonio y la familia pasan por momentos difíciles. Sin duda alguna, nuestro momento cultural es tiempo de prueba y de gracia. Ante la inmensa tarea a realizar (restituirles su dignidad y estima valiosa en una cultura contraria), es preciso avivar el amor a la familia, para de este modo trabajar generosamente en favor suyo. Se trata de una cuestión capital para el futuro de la humanidad: «¡El futuro de la humanidad se fragua en la familia!», afirmó el Santo Padre en Familiaris consortio (n. 86e). ¡Los cristianos deben hacerse pregoneros y apóstoles del evangelio de la familia!

Amar a la familia, trabajar en favor de la familia..., ¡qué tarea tan importante y decisiva! Sin duda alguna, urgente en nuestros tiempos. Más todavía, ante los desafíos que se ciernen sobre el mundo y la Iglesia en el tercer milenio. Por esto, como ha manifestado el Pontífice, la atención a la familia ha de constituir la tarea prioritaria en el trabajo pastoral de la Iglesia. Especialmente en orden a hacer operativa y eficaz la nueva evangelización.

A este gran objetivo pretende contribuir este libro en el que se afirma el papel central de la familia en el actual empeño evangelizador de la Iglesia. En orden a hacer efectiva la nueva evangelización auspiciada, afirmamos el contenido del mensaje humanizante que habrá de transmitir, como verdad nueva y perenne del matrimonio y de la familia. ¡Es preciso anunciar con renovado vigor cuanto comprende la verdad del matrimonio y de la familia! ¡También reivindicar sus derechos y misión propia, tanto en la Iglesia como en la sociedad!

Sí, la familia es el corazón de la nueva evangelización y de la civilización del amor y de la vida. Sus protagonistas, los fieles laicos: los cónyuges e hijos cristianos, que viviendo el Evangelio, serán sus mejores y auténticos transmisores.

Intuiciones éstas que, con gran alegría, hemos visto confirmadas en las enseñanzas de los Obispos españoles. Nunca han faltado sus orientaciones y enseñanzas. No obstante, éstas han cobrado especial fuerza y actualidad por medio de la instrucción pastoral: La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad (27-4-2001). Nuestros obispos, en este documento, con audacia profética y gran valentía apostólica, proclaman la enseñanza constante de la Iglesia acerca del matrimonio y de la familia. Todo ello en orden al servicio del hombre y tutela de la vida humana, de lo que depende el mismo hombre y la civilización humana. Y, en esta misma línea han incidido –tratando de establecer pautas concretas de acción pastoral- por medio del Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España (21-11-2003). Enseñanzas todas estas a las que remitiremos frecuentemente.

ÍNDICE

LA FAMILIA, CORAZóN DE LA NUEVA EVANGELIZACIóN

I- LA NUEVA EVANGELIZACIóN EN LA PERSPECTIVA DE LA FAMILIA

Premisas

La evangelización del matrimonio

La evangelización de la familia

- Crisis e identidad de la familia

* Causas de la actual crisis familiar

- La familia, servidora del hombre

- La familia evangelizadora

- Pastoral familiar

- El «evangelio de la familia»

- La familia: «escuela de vida cristiana»

Matrimonio y familia, núcleo esencial de la civilización del amor y de la vida

* El matrimonio

* La familia

La realización de los valores familiares

Construyendo la «civilización del amor y de la vida»

II- LA NUEVA EVANGELIZACIÓN DE LOS VALORES DEL MATRIMONIO Y DE LA FAMILIA

A) Preliminares

Hora crítica del matrimonio y de la familia

Resolver la crisis antropológica

La sexualidad

Los laicos

Solicitud de la Iglesia

B) Al servicio del amor y de la vida

Matrimonio y familia: institución divina y vocación del hombre

La ley natural, reguladora del matrimonio

La moral

Amor conyugal

Ascesis y amor conyugal

Falsificaciones del amor

Matrimonio y familia, comunidad de vida y amor

La familia al servicio de la vida humana

Sacramento del matrimonio

La familia: institución natural y derechos correspondientes

* Carta de los Derechos de la familia

C) Propiedades-cualidades del matrimonio cristiano

La realización de los valores familiares

Contravalores en perjuicio de la familia y de la sociedad

* Atentados a la unidad

* La paternidad responsable

* La educación de los hijos

D) Misión apostólica

Apostolado

La santidad de la familia

Necesidad de la gracia

Vocación y santidad

III- APLICACIONES PASTORALES

A) Aplicaciones generales

Ante la crisis del matrimonio y de la familia

La familia, forjadora de un «nuevo humanismo»

Dignidad del amor sexual: amor conyugal

Superar las «falsificaciones del amor»

Realizar la comunidad de personas

Educación en la castidad

Familia, servidora de la vida

Necesidad de afirmar el carácter «institucional» del matrimonio y de la familia

Familia y sociedad: recíproca dependencia

Merece la atención y ayuda de los poderes públicos

Derecho al trabajo y derecho a la familia

La familia, impulsora de los propios valores

Defender los «derechos de la familia»

Los medios de comunicación social al servicio de la familia

Realizar su vocación a la santidad

Necesidad de la «ascesis conyugal»

Importancia de este apostolado laical

B) Aplicaciones pastorales concretas

No es posible el matrimonio de homosexuales

Rechazo del divorcio

Atención a la preparación al matrimonio

La celebración del matrimonio

Matrimonio de bautizados no creyentes

Personas comprometidas en el apostolado familiar

* Obispos y sacerdotes

* Religiosos

* Laicos preparados

La pastoral familiar en casos difíciles

* Matrimonios mixtos y disparidad de cultos

Acción pastoral en situaciones irregulares

* Matrimonio a prueba

* Uniones libres de hecho

* Católicos unidos con mero matrimonio civil

* Separados y divorciados no casados de nuevo

* Divorciados casados de nuevo

* Los privados de familia

Dignidad del hombre y de la mujer

Promoción de los valores morales

Tomar conciencia de la riqueza humana y teológica del sacramento del matrimonio

En defensa de la indisolubilidad del matrimonio

Comprensión plenificante del servicio a la vida

Vivir en plenitud las exigencias de la ley moral

Superar la mentalidad «anti-vida»

Conocer los «métodos naturales» de regulación de la natalidad

Constituir consultorios familiares

La educación de los hijos

La gracia sacramental del matrimonio

Vocación a la santidad

Orar en familia

Escuela de caridad

Familia y opción por los pobres

Llamada a la conversión: sacramento de Penitencia

«Iglesia doméstica»

Familia y catequesis

El testimonio de la familia cristiana

Misión apostólica

Movimientos apostólicos

Planes pastorales

Nueva evangelización

San José, patrono de la familia en orden a la nueva evangelización

Tercer milenio

La familia, forjadora de una nueva cultura

Solicitud pastoral de los Obispos españo

Precio 19,00 euros

Nacionalismos, patria y paz

Presentación

La vida humana prosigue su marcha, cuajada de promesas y esperanzas. Tampoco faltan riesgos y peligros. A este respecto, los últimos lustros han sido especialmente sorprendentes y magníficos: cayó el muro de Berlín, saltó por los aires la política de bloques que fragmentaba la vida mundial, muchas naciones se abrieron a la libertad, otras alcanzaron su independencia... Y en este intento prosiguen otras muchas, anhelando una libertad que parece se les niega: el derecho a ser ellas mismas, y a disponer de su futuro en clima de respeto y fraternidad universal.

Merced a este proceso que venimos registrando, últimamente, los nacionalismos han cobrado gran auge. Hasta el extremo de que en Europa, a causa de los mismos, se han vivido varias guerras, cuando parecía algo superado, algo que jamás volvería a repetirse... Las guerras han sacudido el suelo europeo: Serbia-Croacia. El conflicto de los Balcanes (Bosnia-Herzegovina-Serbia), parece eternizarse. Últimamente, con motivo de la crisis albano-kosovar, el conflicto armado ha sido especialmente virulento: la comunidad internacional, por medio de la OTAN, hizo frente al poder serbio... Muchos conflictos subyacen ocultos, como larvados. Otros han explotado. Cada día (quizás, exagerando un tanto) podemos asistir a un nuevo conflicto. Hace poco en Daguestán... La razón última de todo esto son los nacionalismos, que durante la represión comunista estuvieron latentes y ahogados, pero que, en cuanto han encontrado un pequeño espacio de libertad, pretenden abrirse paso...

A resultas de esto, vivimos un momento de gran incertidumbre. Con motivo de la guerra de los Balcanes se temió el peligro de una guerra a gran escala, de carácter internacional, que no sabemos a dónde nos habría arrastrado. Por otra parte, comprendemos la aspiración justa de tantos pueblos a la libertad que ansían. Pero, al mismo tiempo, e incluso en la vieja Europa (donde las naciones ya están consolidadas hace siglos) vemos cómo se abren paso nuevos nacionalismos, que parece van a fragmentar la unidad de esas naciones, generando tantos y tan preocupantes desequilibrios y conflictos.

Todo esto acontece hoy, precisamente cuando la vida humana se está proyectando a escala universal más que nunca. Se ha hablado del mundo como de la aldea común, de la casa propia de todos los hombres... Las grandes líneas de la política y de la economía se trazan con criterios de globalización. Cada día las relaciones internacionales cobran mayor auge, de modo que es impensable proyectar la vida nacional de modo autónomo y cerrado. Y se llega al extremo de poner en crisis el concepto de soberanía nacional, entendida ahora como interdependencia mundial, quedando relativizada. Y se habla del derecho a la intervención, a la injerencia en los asuntos internos de una nación cuando están en peligro la vida del hombre y de sus derechos fundamentales...

En fin, el momento que vive la humanidad es de gran importancia, para la suerte que nos pueda deparar el futuro. No cabe duda que los nacionalismos son promesa (hay nacionalismos justos), y, por otra parte, también pueden ser amenaza, como lo han sido recientemente: sobre todo cuando toman el cariz de los nacionalismos exacerbados, extremos, que pretenden erigirse en el absoluto, minimizando y reduciendo a ser posible lo que es diferente, hasta ahogarlo o absorberlo.

Por esto mismo, ofrecemos al lector este estudio breve y sencillo, pero escrito con la intención de prevenir acerca de la importancia del problema, y al objeto de ofrecer criterios éticos y morales que puedan ayudar a formar la conciencia, en orden a sostener una actitud y un compromiso responsable. El fin último es que toda persona sea amada y respetada, de forma que pueda ejercer libremente los derechos humanos que reclama su dignidad personal. También hemos querido subrayar la importancia del respeto de los derechos de las naciones en orden a propiciar la paz y el justo orden internacional. Patriotismo y nacionalismo no son valores absolutos, aunque sí legítimos.

¡Será preciso contar con la sabiduría necesaria para conjugarlos y armonizarlos en unidad con los valores humanos y nacionales que ofrecen personas y comunidades humanas diversas de la propia, pero que son de los nuestros porque son humanas! ¡Los representantes de los Estados tengan presentes sus graves responsabilidades! ¡Vivamos todos en la solidaridad propia de personas humanas, en orden a construir un futuro mejor!

ÍNDICE

PREÁMBULOS: LA VERDAD DEL HOMBRE

El hombre: fundamento de sus derechos

Razón moral de los derechos humanos

Los derechos humanos y el orden social

Los derechos humanos en el Estado de derecho y en la democracia

La verdad del hombre y de la familia: derechos respectivos

I- LA NACIÓN CONSTITUIDA

Concepto

Historia del origen de las naciones

Elemento espiritual de las naciones

Las nacionalidades

Nacionalidad de los ciudadanos

Nacionalismo

El peligro de los nacionalismos exacerbados

Respeto a las minorías

Cristianismo y nacionalismos

Iglesia y nacionalismos

Nacionalismos: compromiso del cristiano

Derechos de la nación

* Las personas y las comunidades tienen derechos inalienables

* Los pueblos tienen derecho al respeto de sus derechos

* La violación de los derechos de la nación es consecuencia de la violación de los derechos humanos

* Nación: Derecho a la autodeterminación

* Derecho a la autodeterminación constituyendo el Estado

* La Nación tiene derecho a la libertad, a la independencia y a su propia lengua, cultura y tradiciones

* La Nación tiene derecho a la unidad, a la soberanía, a la integridad territorial e independencia

* La Nación, y el Orden Internacional, deben construirse sobre el fundamento de los derechos humanos

* Derecho a la nacionalidad y a la residencia

II- EL PATRIOTISMO

El amor a la patria

Deberes para con la patria

Pecados contra el patriotismo

El amor a la patria, virtud moral

Deformación del espíritu patrio

Clases de patriotismo

El patriotismo en relación con el nacionalismo y estatismo

III- EL ESTADO

A) El Estado: visión de conjunto a lo largo de la historia

Aportación del Cristianismo a la comprensión del Estado

- El Concilio Vaticano II y el orden social

B) EL Estado y la política

Concepto: qué es el Estado

Estado y derechos humanos

Estado y sociedad

Autoridad y soberanía

El Estado y el Gobierno

La Constitución

Principios constitucionales

Los derechos del Estado

* Los derechos del poder deben respetar los derechos humanos

* El «poder político» está obligado a respetar los derechos fundamentales de la persona humana

* El Estado no tiene derecho a violar los derechos básicos del hombre, incluso en situaciones excepcionales

* El hombre tiene derecho a vivir en un «Estado de derecho», que constituye la mejor garantía para sus derechos

* El Estado debe ser el defensor de los derechos del hombre

* «Los Estados no tienen derecho a la indiferencia» ante graves necesidades de terceros: derecho de injerencia humanitaria

* El Estado tiene derecho a la legítima defensa La política

C) El Orden Internacional: nueva configuración

IV- LA VIDA DE LAS NACIONES EN PAZ

La nación justamente ordenada

La libertad de las naciones

Cultura y nacionalismos

Fuerzas armadas, al servicio de la paz

El Orden Internacional se construya para la paz

La diplomacia al servicio de la paz

La intervención o injerencia humanitaria

El obstáculo de la carrera de armamentos

La violencia atenta contra la paz: rechazo de la intolerancia

El terrorismo, enemigo de la paz

Necesidad del perdón y de la reconciliación

Acogida solidaria a los refugiados

EPÍLOGO- EJEMPLO DE CRISTO Y COMPROMISO DE LA IGLESIA

Precio 12,00 euros