sábado, diciembre 25, 2004

El Papa mariano nos habla de María

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El Papa Mariano

Presentación

Una de las notas que caracterizan a Juan Pablo II -bien conocida de todos- es su gran amor y veneración hacia la Santísima Virgen María. No en vano, a Ella quiso confiar su Pontificado, desde el primer momento, tomando como lema las palabras Totus tuus, que constituyen una declaración palmaria de amor mariano, y que reflejan la voluntad firme del Pontífice de confiar a Santa María sus desvelos de Pastor universal, como Medianera que es de todas las gracias y Madre de la Iglesia.

La Madre de Dios, en esta hora de la historia, vela con particular solicitud en favor de sus hijos y de la Iglesia santa. Buena prueba es su protección maternal, que salvaguardó la vida de Juan Pablo II aquel 13 de mayo de 1981, cuando sufrió el atentado en la Plaza de San Pedro. Sin duda alguna, su intercesión maternal se hace sentir en favor de la Iglesia, en este tiempo de fuertes dificultades.

Los años transcurridos, desde que Juan Pablo II iniciara el Pontificado, avalan el amor del Santo Padre hacia Santa María. A ella acude constantemente con espíritu filial, y de ella habla y trata abundantemente en sus discursos y documentos.

Todo esto es de gran importancia, y entraña un gran valor después de haber cruzado ya el umbral del tercer milenio del cristianismo. Juan Pablo II antes proclamó un Año Mariano (1987), al objeto de orientar (bajo el amparo de María) al Pueblo de Dios, en orden a cruzar el umbral del año 2000. En esta misma perspectiva, publicó una Encíclica mariana: Redemptoris Mater (25-3-1987), para que los cristianos todos -al igual que el apóstol Juan, a los pies de la Cruz- tomen a María como Madre, introduciéndola en la propia casa interior.

Las páginas que siguen, a continuación, recogen en textos densos -llenos de vida, de fe y de amor- algunas de las palabras más profundas, pronunciadas por el Santo Padre en estos años sobre María. Son palabras que tienen su origen en el "común padre en la fe", que como "buen pastor" desea llevar a los fieles encomendados, y a los hombres todos, al encuentro de la Madre, para que a través de Ella, el hombre viva en comunión con Jesucristo y la Beatísima Trinidad.

Estas enseñanzas marianas del Pontífice, últimamente, han sido enriquecidas en la Encíclica sobre la Eucaristía: Ecclesia de Eucaristia (17-4-2003). Y, poco antes, en la Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae (16-10-2002), impulsando y enriqueciendo el rezo del Rosario en la Iglesia de Dios.

¡Quiera Dios que la lectura de tan grandes enseñanzas nos ayuden a descubrir la verdad de María: su rostro materno, que vela sin cesar por los hijos amados! Meditando en tan altos misterios, quedaremos llenos de asombro por las maravillas que el Señor ha obrado en la llena de gracia. ¡Y nos la ha entregado por Madre!, para que tengamos trato, amistad y confianza filial con la Señora, Reina del universo. ¡Ella es nuestra!... ¡Sí, es nuestra Madre!, y debemos amarla e imitarla como hijos queridos.

Santa María es la estrella de la mañana que debe orientar al pueblo cristiano en medio de los grandes problemas que se interponen en el camino. Cuando la Iglesia está convocada a una nueva evangelización, no se nos oculta que el amor y la veneración hacia la Madre de Dios debe ser el motor que la impulse y alimente, en orden a comunicar la vida y la salvación de Cristo a los hombres y pueblos que habitan la tierra.

Tarea esta que constituye el reto que hemos de afrontar todos en el recién estrenado tercer milenio de la era cristiana. Sirva a ello este libro, como muestra de amor devotísimo a la Santísima Virgen María, y de afecto filial -y agradecido- al Santo Padre Juan Pablo II, por su constante y generosa entrega a la Iglesia en estos años de Pontificado, justamente cuando la Iglesia se dispone a conmemorar el 150º aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María.

ÍNDICE

PRESENTACIÓN

Modelo de fe: 1-6.

María, la mujer entregada a Dios: 7-33.

Inmaculada concepción: 34-54.

Maternidad y virginidad: 55-79.

María, Madre de Dios: 80-87.

Virginidad de la Madre de Dios: 88-101.

María en el misterio de Jesucristo: 102-121.

María, Madre del Redentor: 122-126.

Corredentora, unida a Cristo, en favor de los hombres: 127-138.

Madre de la Iglesia: 139-177.

Madre de los hombres: 178-201.

Modelo de humanidad: 202-210.

Modelo de las mujeres: 211-218.

Santidad de María: 219-230.

María en el misterio de la salvación: 231-252.

Madre de la misericordia: 253-255.

Mediación de María: 256-267.

Madre de la Eucaristía: 268-275

Estrella de la evangelización: 276-281.

Culto mariano, razón teológica: importancia: 282-293.

La devoción mariana: 294-311.

El rosario: 312-382.

El ángelus: 383-386.

El escapulario de la Virgen del Carmen: 387.

María, esperanza de los hombres: 388-390.

Reina de los apóstoles: 391-394.

La nueva evangelización en la perspectiva del tercer milenio: 395-398.

Mujer asunta al cielo en cuerpo y alma: 399-406.

María es Reina del universo: 407-409.

ANEXO: La Virgen María en el Catecismo de la Iglesia católica

María, modelo de fe: 144, 273.

Llena de gracia: 721-726.

Inmaculada concepción: 490-495, 2853.

Encarnación del Hijo de Dios en Santa María: 483-489, 2617.

Madre de Dios: 452, 456, 467, 469, 470, 508, 509.

Virginidad: 437, 496-507, 510, 723, 964.

Corredentora: 511, 973.

Madre de la Iglesia: 829, 964, 965, 967-970, 972, 975.

Asunción: 966, 974.

Culto a María: 971.

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Testimonio mariano del Papa

Carta de Juan Pablo II a la familia monfortana



27 €


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