Con estas páginas tengo el gusto de presentar un libro muy original. Como se trata de algo original, requiere también una presentación diversa. No es que lo vaya a ser en sí misma, como resultado de mi ingenio. Se diferenciará, quizá de otras, por el modo en que se haya llegado a realizarla.
A este propósito, es criterio general entre los escritores (yo siempre he procedido así con los libros que he publicado), que la presentación e, incluso el índice, se elaboran una vez terminado el libro. En esta ocasión procedemos a la inversa: desde el primer momento he tenido perfectamente claro qué libro quería poner en tus manos, amigo lector. También con qué intención. De ahí que haya tenido tan claro esta presentación, y la estructura de este pequeño libro.
A buen seguro, te habrá llamado la atención su título: Mi compañero. Esto es lo que he querido que sea este libro para ti: un compañero de camino por las encrucijadas de este mundo, en medio de tus más diversas actividades y problemas... También cuando la tristeza o la alegría llamen a tu puerta. Y cuando te encuentres estrujado en medio del metro, camino de la universidad o de tu puesto de trabajo. O, cuando te halles esperando –lleno de paciencia, como los antiguos estoicos- la llegada del autobús, que no llega: cuántas veces te has visto tentado de coger un taxi, tentación que has podido superar con suma facilidad dado que tu cartera no se puede permitir tales lujos... Mi compañero también te puede acompañar en los ratos de ocio en la piscina, o junto a la orilla del mar...
En definitiva, Mi compañero quiere acompañarte allí donde estés, hagas lo que hagas, te encuentres como te encuentres: animoso o tristón, alegre o cabizbajo, optimista o desesperanzado... Basta que lo introduzcas en tu vida, que le permitas acompañarte en todo momento. Para esto no es preciso que le pidas permiso, ni que eleves una instancia con la correspondiente póliza al ministerio pertinente... Sí, basta con que lo introduzcas en tu bolsillo de los vaqueros, o bien -si el tamaño lo permite- en tu camisa. Las chicas lo tendréis más fácil, pues os será muy cómodo llevarlo en el bolso, con el lápiz de los ojos o la barrita de carmín y el perfume que os gusta...
Así, si le permites acompañarte, Mi compañero lo tendrás al alcance de la mano en cualquier momento. Cuando estés aburrido, sin saber qué hacer. O, como te decía antes, cuando estés apunto de dejarte llevar de los nervios por esas esperas interminables que has de sufrir, tantas veces...
Y, ¿por qué no? Lo puedes llevar a tu habitación, para estando a solas abrirlo y reflexionar o hacer un rato de oración, o simplemente para buscar algún consejo o una luz que te permita afrontar una situación complicada, o que lleve a tu alma un soplo de esperanza, o de alegría... ¡También para que te ayude a amar, pues has nacido para amar, y necesitas amar para ser tú mismo, para ser feliz, y así hacer felices a los demás!...
También –te lo diré como en confidencia, sin que te asuste- te puede servir para cuando pases junto a alguna iglesia. ¿Por qué no entrar, en alguna ocasión, para dar descanso no sólo a tus huesos, que no pueden con tanto trajín y el estrés de la ciudad, sino también para alcanzar alguna luz, y dar sosiego y paz a tu alma, a tu corazón sediento de valores auténticos, en los que merezca la pena comprometer la existencia?... Si lo haces, un día y otro –por lo menos de vez en cuando- verás que te sienta muy bien, pues encontrarás paz y alegría, además de sentirte más relajado y optimista, en medio de tus problemas y dificultades.
Además de esto, convendrá tener presente –sobre todo si crees en Jesús y en sus promesas: si eres amigo suyo- que leyendo o reflexionando con Mi compañero, puedes dar lugar a que intervenga otro compañero. Mejor dicho: el Compañero por antonomasia de nuestra vida en la tierra, que es Cristo Jesús. Él siempre está junto a nosotros en el camino de la vida, como lo estuvo con los Apóstoles y demás amigos (por ejemplo aquellos que se dirigían a Meaux, tristes y derrotados tras la muerte del Señor en el Calvario).
Sí, Jesús es el Gran Compañero de nuestra vida. Siempre está junto a nosotros: nos demos cuenta o no, queramos tenerle con nosotros o no, pues Él nos ama y no puede separarse ni olvidarse o dejarnos a nuestra suerte,... en medio de esta selva en la que tantas veces se transforma el mundo que habitamos.
Y es que el Señor tiene especial empeño en acompañarnos en nuestro paso por este mundo, pues Él -que vivió como uno de nosotros- sabe de sus problemas y dificultades, además de ser solidario siempre y en todo con nosotros ¡y de amarnos con locura, como no podemos imaginar!... Así, estando con nosotros, a la vera de nuestro camino, nos ayudará para que no perdamos el rumbo hacia ese otro mundo al que nos abocamos, queramos o no, pues nuestra vida en la tierra un día acabará, más pronto o más tarde...
El Señor quiere llevarnos al Reino de los cielos. Está empeñado en salvarnos y, como decía antes, ayudarnos en todas nuestras necesidades aquí en la tierra. Por esto, considero que sería de gran utilidad, quizá una ayuda inestimable para ti, que oraras y reflexionaras con Mi compañero teniendo presente al Compañero verdadero, ¡al mejor de los compañeros, al único que en verdad nos acompaña siempre, pues nos ama sin condición! Es una propuesta que la confío a tu corazón que busca la verdad, que quiere hacer de su vida algo grande, gastándola con generosidad en algo valioso.
Bueno, me estoy alargando más de lo que pensaba. Pero no quiero renunciar a hacerte una confidencia. Y es que, en un principio, había pensado llamar a nuestro libro con este título: Mi amigo. No lo he hecho, pues me parece muy pretencioso por mi parte, pues nadie otorga el título de amigo si no a aquel que lo merece, o que estima es digno de ello, aunque él mismo se presente como tal.
No obstante, Mi compañero podría llegar a ser tu amigo, mi amigo, si tú quisieras. Depende de ti: de cómo y cuánto acudas a él, de si le dejas hablarte, si te confías a sus consejos o estimas los criterios que te ofrece. En fin tú y él estáis llamados a descubriros recíprocamente. Por esto, al mismo tiempo, yo os confío a ambos, invitándoos a emprender el camino de la amistad. Aunque mi palabra haya sido torpe e imprecisa, mi corazón no: Este es el único objetivo al que ha querido servir.
Ahora, pues, tú y Mi compañero tenéis la palabra. ¡Si quieres, si te parece bien, algún día ya me contarás!
Precio 6,60 euros
No hay comentarios:
Publicar un comentario